Hay lugares que no se visitan, se viven.
Antares es uno de ellos. Un espacio nacido del corazón, donde la calma, la naturaleza y la luz te inspiran a volver a ti, arropada por la presencia del Teide.
Cada rincón ha sido creado con amor para que disfrutes, compartas y simplemente seas.
Un lugar donde el alma se encuentra con el mundo.
Antares nació en 2013, después de un viaje que nos recordó la importancia de volver al corazón. Desde entonces, este rincón en Tenerife se ha convertido en un espacio de encuentro, actividades y alojamiento, creado paso a paso, con escucha, amor y dedicación. Aquí te invitamos a descansar, reconectar, sintonizar para luego compartir, en un entorno natural lleno de calma y buena energía. Disponemos de cinco alojamientos, una sala para actividades y amplios jardines, ideales para disfrutar en familia o participar en los encuentros que realizamos. Antares es más que un espacio físico, es un viaje hacia el interior, un punto de luz donde las personas se reencuentran consigo mismas y con los demás. Bienvenido a Antares, creado con amor por Nidia y Jose, que desde 1997 comparten la vida, la búsqueda interior y el deseo de ofrecer un espacio donde te apetece Ser.
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Durante unos veinticinco años he transitado por escuelas, centros y aulas que eran mucho más que lugares de aprendizaje. Me fui encontrando con pequeños mundos, llenos de voces distintas, ritmos propios y miradas únicas. Soy pedagoga, y mi especialidad, educar en la diversidad, me regaló mucho más de lo que pude imaginar. Aprendí pronto que enseñar no era transmitir, sino descubrir. Descubrir la historia escondida en cada gesto, el talento que a veces dormía tras una apariencia o la fuerza que habitaba en quien parecía frágil.
Creí al principio que mi tarea era enseñar, luego entendí que era aprender de cada persona. Aprender de su ritmo, de su silencio, de sus dificultades, de sus logros. En cada persona, encontraba una forma diferente de entender la vida, y en cada diferencia, una nueva oportunidad de aprender.
Con el tiempo comprendí que educar en la diversidad no fue solo una dedicación profesional, sino una forma de estar en el mundo. Mirar a los otros, reconociendo en cada ser humano un universo en sí mismo.
He sido testigo de cómo la diversidad no separa, sino enriquece. Que detrás de cada diferencia hay una oportunidad para crecer juntos.
Llegué a este mundo con la gran ilusión de formar parte de una orquesta inmensa. Durante un tiempo, esperé tras la puerta del teatro, escuchando las melodías que otros ya interpretaban, aprendiendo sus compases y soñando con el mío. Hasta que un día, con mi propio ritmo y mi partitura en las manos, crucé la puerta y me uní al concierto. Desde entonces, mi pasión es acompañar a otras personas a que abran la puerta del teatro y ocupen su sitio en la orquesta.
Algunas de las personas que han pasado por aquí.
Ellas se han nutrido de lo que este Espacio contiene, y el lugar se ha enriquecido con lo que han compartido a su paso.